Presentación


La libre elección de pareja, el valor que se le da a la vida, la igualdad entre sexos, la importancia de los niños, hace que en el mundo actual emerja un nuevo paradigma: instante en que se acepta una nueva forma de hacer. El mundo es global, se pretende la democracia como forma de convivencia, en época de capitalismo y mercados, donde la tecnología revoluciona los antiguos principios de relación, sexualidad y vida, cambios que Lacan capta a lo largo de su obra dejándonos herramientas precisas para el psicoanálisis en este nuevo orden. Con el fondo de los siete paradigmas, que J.A.Miller aísla en la obra de Lacan, este espacio os invita a una reflexión sobre la situación hoy, tanto social, de viejas o nuevas relaciones, así como clínica actual.

Se realizará en la Sede de la Elp, a las 19’30h.

Fechas: 18-diciembre; 19-enero; 19-febrero; 24-marzo; 23-abril; 21-mayo; 18-junio; 16-julio.

Contará con la colaboración del equipo del Surco de la Orientación Lacaniana.La fecha y el trabajo realizado de los encuentros, se irá publicando en el blog.

Expone y recoge ideas para el desarrollo de la actividad:

Teresa Ferrer

viernes, 25 de noviembre de 2016

Video completo. Psicoanálisis, Hoy: "La vida II"



En el post siguiente teneis las intervenciones por escrito de este encuentro.

Psicoanalisis, Hoy: "La vida II)




Introducción, por Teresa Ferrer

Continuamos en el taller "Psicoanálisis, Hoy" alrededor de las experiencias de satisfacción que produce el encuentro con lo real. Lo real no es la realidad, la realidad es del lado de la verdad y la mentira y como tal múltiple y diversa, la realidad de cada uno, mientras que lo real no es acorde con la verdad, emerge de forma contingente, a semejanza de un tsunami, una tempestad, un asteroide que cae, difícil de predecir, imposible controlar, es contingente inesperado. De lo real, solo se puede hablar del lado de la respuesta no la pregunta y del lado de la experiencia que lo “real” causa. 

El día pasado citamos la experiencia de lo real, la experiencia que hacemos de lo real, a propósito del goce que se siente en el cuerpo cada vez que choca con lo real, es lo que busca el sujeto, pues sin lo real no se concibe la vida, que como comentamos requiere: la condición de cuerpo, la condición de lenguaje y la condición de goce. Tres condiciones que se conjugan en el síntoma. De esto nos hablará Laia Gil y de cómo se ignoran la vida y la verdad; de como el humano es una vergüenza para lo animado; de como la naturaleza triunfa sobre la muerte y de como la muerte triunfa sobre “la vida humana” nos hará un esbozo Paco Hernandez. 

Bienvenidos


“Like a rolling stone”

Intervención de Laia Gil. Captítulo XIX “La experiencia de lo real en la Cura psicoanalítica”.



Buenas tardes, y muchas gracias por vuestra asistencia, quisiera empezar refrescando lo que tenemos entre manos en este espacio:

Estamos trabajado el Curso de JAM, “La experiencia de lo real, en la cura psicoanalítica”, que consta de tres escansiones. Una primera parte que va de la clase I, hasta la XI. La segunda escansión, son cuatro clases, de la XII a la XV, aquí aísla “Seis Paradigmas del goce” en la obra de Lacan, de los que os refresco la definición: modelos de satisfacción que en nuestra sociedad tenemos los humanos. La tercera escansión, de la clase XVI a la XXII, es la que nos ocupa, donde dice JAM “voy hablarles del cuerpo en psicoanálisis, y me referiré a lo que constituye el séptimo paradigma, son los afectos del cuerpo”.

Si revisamos los capítulos, dedica tan solo cuatro clases, para tratar los 6 primeros paradigmas, y para el séptimo dedica el resto del Curso, que son  6 clases.

¿Qué importancia puede tener, este séptimo paradigma para dedicarle tanta atención? Los seis primeros, tienen un uso universal, son un para todos, por ejemplo, en el primer paradigma, la imaginarización del goce, la gente goza imaginando lo que ocurre, dando un sentido a lo que ocurre, mientras que el séptimo paradigma se refiere a que la afección en el cuerpo es singular a cada sujeto.

En la clase 19, que se llama “la satisfacción en el lenguaje” JAM, nos recuerda la definición que destacó de síntoma y que había sido olvidada: “el síntoma es un acontecimiento de cuerpo”, definición que repesca del texto “Inhibición, síntoma y angustia” de Freud. Esto quiere decir que el síntoma constituye como tal un goce, o en términos freudianos una satisfacción sustitutiva de una pulsión; tened en cuenta que el carácter sustitutivo de algo no resta nada al carácter auténtico, la satisfacción sustitutiva no es una satisfacción menor.

He cogido el primer paradigma, la imaginarización del goce, en el que la gente
goza dando sentido a las cosas, porque eso es lo que ocurrió primero con el síntoma, se pensaba que tenía un significado que había que descifrar, algo que caló en el mundo, que considera que al síntoma hay que descifrarlo: Es a causa de un disgusto, una impresión muy grande, o un trauma… al síntoma se lo pone del lado del mal, y se intenta explicar: que si me ha pasado esto porque he aguantado mucho, lo hace llamar la atención, otro le ha dañado, no quiere ver a nadie… frente a esta formulación del síntoma como advenimiento de una significación está el síntoma como acontecimiento del cuerpo.

Hay una diferencia entre Freud y Lacan en el modo de abordaje del síntoma, o de todas las formaciones del inconsciente, porque en Freud siempre está presente desde el principio, la significación y la satisfacción, qué significa y a qué satisface este síntoma, mientras que en Lacan primó la significación, hasta el punto de que la satisfacción se producía por la significación, por dar significado a algo, cosa que aun ocurre en el mundo.

Podríamos pensar que Freud (1856-1939) era romántico, (hay creo un pasaje sobre el romanticismo en la página 357), cada persona somos hijos de nuestra época y el romanticismo daba más valor a lo que se siente, frente a lo que significa, mientras que Lacan, que nace en 1900, se cría a la sombra del surrealismo donde el simbolismo es fundamental. Sin embargo a medida que pasa el tiempo, vemos que desde el primer texto de 1953 “Informe de roma. Función y campo de la palabra”, hasta diez años después (“posición del inconsciente” que Lacan considera una reescritura del anterior y es coetáneo a “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, S-11) empieza a ubicar en un primer plano la satisfacción no conectada al sentido, a diferencia de antes que pensaba que se gozaba o se satisfacía con el sentido.

“Posición del inconsciente” es el texto en que Lacan nos presenta la libido como un singular órgano suplementario, creado por lalengua que habita el organismo, que lo transforma en ser viviente. El ser vivo “humano” es un organismo, un cuerpo habitado por lalengua, siendo esta diferente al lenguaje, el lenguaje es lalengua con sus leyes, gramática, sintaxis, emergencias de sentido, ortografía, significado, metáforas, etc.

Antes de que la educación haga mella, el júbilo afecto de lalengua en un cuerpo hablante da la vida que conocemos como humana: los canturreos, homofonías, gorgoteos de fonemas, blbalbalblavear del pequeño ser, etc esto es el goce: satisfacción directa, sin intermediarios, y sin sentido. Es cuando la educación empieza a actuar y se introduce al pequeño a satisfacerse por la significación que parece sepultar lo anterior, es entonces cuando se comienza a mortificar con el sentido, (que si esto o lo otro tiene o no sentido) y el lenguaje se instala con todo su bello esplendor, que a pesar de su hermosura falla, pues no todo se puede expresar con palabras, no todo el lenguaje llega a lo que se quiere decir, y esto mortifica. Esto es el concepto de muerte en psicoanálisis: mortificación producida por la alienación al lenguaje, que no a la lalengua. Esta alienación se produce, por una elección: lo que se elige implica una renuncia, de lo que no se elige.

Veamos cómo opera esta pulsión de muerte que vehiculiza el lenguaje. Son 4 tipos de mortificación las que introduce el lenguaje en la vida:

En primer lugar una muerte que redobla la vida a cada instante bajo la forma del significante. Esto quiere decir que un sujeto, al pasar de lalengua al lenguaje, se identifica a una forma de ser cuyo modelo le viene dado, con un alto grado de estructura: ser estudioso, o ser vago, etc…

En segundo lugar es la mortificación que implica lo anterior, uno al identificarse al símbolo, al modelo, al identificarse se queda vacío, es ese modelo y un vacío interior.

En tercer lugar, la muerte simbólica es la que individualiza frente a la muerte natural. Un animalito, no los domésticos, tiene vida y muerte natural, pero los humanos no, ya que nuestra muerte es tras un relato de una vida, de lo que le ha pasado.

En cuarto lugar, una mortificación que eterniza, la que se escribe en la lápida, menganito de tal año a… etc, se escribe en la misma piedra y esta última muerte asegura una sobrevida significante, menganito está vivo a nivel significante, porque este perdura.

Volviendo al esfuerzo de Lacan por introducir la satisfacción, y restar importancia al sentido, (tras descartar el reconocimiento, ser reconocido por el otro), Lacan introduce un concepto, el fantasma: que es la satisfacción que produce el sentido, pero añadiéndole un objeto, material, sobre el que gira el sentido. Todo sentido tiene un objeto, pero no todo objeto tiene un sentido, mientras que el síntoma, es el afecto que produce el sinsentido.

Para el psicoanálisis, no se trata de disolver un síntoma, sí de reconocer el afecto del acontecimiento del cuerpo. Se trata de reconocer el objeto sobre el que gira el sentido y el afecto del acontecimiento del cuerpo. (aclarar que 1lalangue, luego lenguaje, el sujeto se aliena a un significante y eso lo mortifica, pero lo anterior perdura)

Añadir solo el sorprendente final de la clase, que retomará Paco, sobre seguir explorando el concepto de vida por su límite, lo inanimado, lo que no se mueve y que Lacan llama el reino de la piedra (en la pág 76 del S-7, la ética), que retoma junto a la piedra de Heidegger de su curso de 1930, “Los conceptos fundamentales de la metafísica”. A esta piedra añadirá otra en la clase posterior, la del poema de Lamartine. Si la piedra de Lacan personifica el dolor, Heidegger la trae de la selva negra para mencionarla como ejemplo de lo que es material en oposición con lo vivo, lo animado (plantas, animales, hombres). La piedra de Heidegger es sin mundo, pero el mundo del hombre, no es sin piedras y basta que sea alzada para volverse símbolo del falo, marcar el camino como las de pulgarcito, un territorio, un umbral, se la puede surcar, escribir sobre ella, esculpir, se le puede cantar, como hizo Bob dylan… Like a complete unknown, Like a rolling Stone,  incluso puede un lagarto dormir sobre ella, como la de Lamartine… pero es ya es tema de Paco.


Teresa Ferrer, Laia Gil.
Valencia 17 noviembre, 2016.





Intervención Paco Hernández Díaz

            “La experiencia de lo real en la cura analítica”
cap. XX: ‘El lagarto y la piedra”



A modo de introducción.

      Este capítulo XX que lleva por título “El lagarto y la piedra”, en realidad Miller ya lo introduce al final del capítulo anterior, el XIX: “La satisfacción en el lenguaje”, concretamente en los dos últimos apartados de ese capítulo, que llevan por título, “El reino de la piedra” y “La donna é mobile”, donde sigue explorando el “concepto de piedra” haciéndolo desde el límite, es decir, desde lo inanimado, lo que no se mueve, que Lacan llama “el reino de la piedra”, con el fin de hablar de lo que el viviente evita, es decir, el dolor. Por eso, el ser que no tiene la posibilidad de moverse nos sugiere la presencia de un dolor petrificado.

   
       A lo largo de las 18 página que componen este capítulo, Miller hace lo que podríamos llamar unos “tramos” temáticos que los titula así:
1)  El lagarto y la piedra. ( es el título de este capítulo)
2)  La vida y la verdad.  
3)  El cuerpo histérico.
4)  Y, La emancipación de los órganos.
   
    Después de leer atentamente estos cuatro apartados he optado por entresacar aquellos puntos que más me han interesado, sin que, en ningún caso, se agote el tema, máxime cuando el propio Miller, a menudo aporta referencias suplementarias que requieren un mayor trabajo paralelo o posterior. De hecho, en el próximo capítulo XXI, Miller continúa desarrollando cuestiones planteadas en este capítulo XX. En cualquier caso, siempre podemos volver sobre las cuestiones aquí expuestas.

1)  El lagarto y la piedra.

    La primera vez que leí este capítulo me resultó curioso este título, El lagarto y la piedra, pero luego de leerlo se entiende muy bien porqué elige el lagarto y la piedra, y uno puede preguntarse, ¿para hablar de qué? Justamente para asentar las categorías de “lo inanimado y lo animado”.

   De entrada, surge la pregunta siguiente:

¿Qué distingue lo animado de lo inanimado?

    Miller, dice que el filósofo Martin Heidegger se interesa por la piedra, como paradigma, para hacer la distinción, la relación –y en oposición- con lo viviente (plantas, los animales, los hombres).

    Quizá, dice Miller, haya que buscar las connotaciones de la piedra pesada e inmóvil, del lado del hombre, del macho…
Y, además, basta que la piedra sea erigida, alzada, para que pueda volverse símbolo del falo…la piedra es propicia para volverse significante.

    Lacan señala que para que haya una piedra es preciso que el orden simbólico, el significante, ya esté en el mundo del hombre, extraído de su lengua.
    Heidegger ya decía que “solo por el logos hay una piedra y un camino” (p. 350, en el capítulo anterior a este, el XIX).
   
    Miller dice que el haber encontrado el lagarto en el curso de Heidegger lo hizo volver al poema de Lamartine que se llama justamente “El lagarto”. (pp.354-356)

    Miller recurre a varios acontecimientos históricos (desde el libro de Tácito hasta citar las pirámides, las ruinas del Coliseo y en general las ruinas que apasionaron a los románticos del siglo XVIII…) para ilustrar cómo “la inscripción incrustada, lo que se transmite por el hombre través de los años como el germen inmortal de la letra, sobrevive al cuerpo vivo. (p.357)
       Estas ruinas colosales son fenómenos de piedra (…). Luego, se evoca a la piedra incluida en un modo de gozar, (p.358) (…), las ruinas solas encarnan, celebran el triunfo mórbido de la pulsión de muerte. (p. 359)

            La diferencia del tipo de ser

 
 


    Para Heidegger, el “es” delata una riqueza en la que se expresa el ser del ente. (“Conceptos fundamentales” Curso 1941., p.84)

    Para abordar el siguiente punto, Miller nos dice que quiso componer una fábula que se llamaría: el dialogo de la vida y la verdad, y que si ésta se malogró es que vida y verdad van difícilmente juntas, al menos en psicoanálisis. (p.360)


3) La vida y la verdad.

        La vida y la verdad es una pareja inédita que no suele pasearse cogida de la mano por el campo freudiano. ¿Se trata acaso de una buena pareja?
        La vida y la verdad nacieron para entenderse, al menos, no se interrumpen, porque no hablan al mismo tiempo, tampoco hablan juntas, lo que ya arruina el proyecto de un diálogo.
        En realidad, solo la verdad habla, es incluso lo esencial de
lo que hace. (…) Y precisamente porque la verdad habla no sabe lo que quiere.
        Según Freud, -dice Miller- no se sabe más de la verdad que de la fábula. Por eso Lacan dirá “son tan ´no toda’ la verdad como la fábula”. (p.360)
        Miller continúa diciendo que “porque leímos a Lacan (en los Escritos) podemos decir que, hasta Freud, la verdad no habla, sino que se hablaba de ella y se podía pensar que porque se hablaba de ella, se decía la verdad.
        A partir de Freud, la palabra misma empezó a hablar en la palabra y el cuerpo. La palabra al decirse en sus tropiezos (lapsus) en sus destellos (el chiste) y en los traspiés del cuerpo (el acto fallido), lo ingenio de la verdad cedió su lugar hasta entonces inmutable. Es porque no digo la verdad que tengo la necesidad de que me interpreten….
        Hasta Freud la verdad era discreta, hablaba bajito, no se la escuchaba. Con Freud, toma confianza, y con Lacan, empezó a pregonar: “Yo, la verdad, hablo” (cita en “La Cosa freudiana…”) Y esto Lacan lo elabora a partir de Erasmo, de su “Elogio a la locura”, donde el humanista hacía hablar (perorar) a la locura en primera persona y la permitía presentarse como la verdadera sabiduría. (p.361)

        Quizá después de su momento de “voz atronadora”, ebria del poder que Freud le había dado, la verdad terminó reconociendo que no podía hablar tan alto, que solamente debía decirse a medias, “mediodecirse”, como sugirió Lacan…, quien hace pasar la verdad a la escritura, y ahí, en la escritura, la verdad no es más que una letra, su letra inicial: V.
        La verdad es esclava de un saber elaborado para atrapar un real…
        Lo real se burla de la verdad…
        El correlato de lo real no es la verdad sino la certeza…
        Se llega a lo certeza de lo real solamente por el significante como saber y no como verdad.
        En resumen, la verdad reveló no ser más que un semblante.        Tenemos pues la pareja:
        - no, vida y verdad,
        - sino, vida y saber (p.363)

        La vida, no habla, no toma la palabra, y tal vez por eso se sabe lo que quiere: desea transmitirse, durar, no terminar nunca. Los cuerpos vivos mueren, la vida no, (…) se perpetua a través de los cuerpos que aseguran la reproducción y la continuidad dotadas de una potencial inmortalidad.
        Si la vida pensara, se diría que solo piensa en reproducirse

        “Vida y verdad van difícilmente juntas, al menos en el psicoanálisis.”, dice Miller (p.360)

            Y, al final de este apartado, Miller plantea la siguiente
pregunta. ¿De qué modo el cuerpo está enfermo de la verdad en la especie humana? El psicoanálisis, -dice- empezó justamente interesándose por este cuerpo que deja de acatar al saber que está en él, un saber que podemos llamar natural, en tanto el cuerpo es saber, se presenta como Uno y obedece.
        A mi entender, la cosa se complejiza bastante más cuando Miller dice que Lacan pensó formular que el alma estaba en el lado útil, (y) equivale a un significante amo.
(p. 363).
        Quiero decir que esta idea del alma como significante amo, en lo sucesivo pienso dedicarle más tiempo…


4) El cuerpo histérico.

        El psicoanálisis comenzó ocupándose precisamente de la histeria, que se caracteriza por exhibir un cuerpo enfermo de la verdad. “La histeria como militante de la verdad y anoréxica del saber”, dice Lacan, (no he localizado en qué texto).
        Freud lo expresó en términos de represión y retorno de lo reprimido. 
                        El cuerpo histérico rechaza la imposición del
        significante amo, hace alarde de su propia división, y de
        alguna manera se separa del saber inscrito en su sustancia
        (p.363-364).
                Se trata del fenómeno que Freud llamó “complacencia
        somática”, y que Lacan nombra “rechazo del cuerpo”. Es un
        doble rechazo. Es decir, el cuerpo de sujeto histérico
        (Hombre o Mujer):

-         rechaza obedecer al alma, al saber natural, rechaza servir la finalidad de su autoconservación;
-         rechaza el cuerpo del otro en su cuerpo, esto es, el niño, la reproducción –por eso-dice Miller- la relación sexual resulta problemática.
 
            En este contexto se señala el afecto del asco y el lugar
        que ese afecto ocupa en la clínica de la histeria.

        Miller aquí trae a colación el texto de Freud de 1910 “La
perturbación psicógena de la visión según el psicoanálisis”, (se trata de una parcial ceguera histérica, sin fundamento orgánico) para ilustrar este repudio, esto es, “la objeción que el cuerpo hace al significante amo”, al tiempo que (el texto de Freud) le sirve a Miller para plantear el paradigma de:
-         La relación de las palabras, y
-         Del cuerpo.

        El principio de lo que Freud llama una represión es una “guerra de las representaciones”, puesto que “unas representaciones impiden a otras volverse conscientes”. Triunfan las representaciones más fuertes, las represoras a las que Freud las designa con el nombre de “yo” (esta definición no parte, dice Miller, del narcisismo, no es la definición de la tripartición del ello, el superyó y el yo).

        Pero como aquí se trata del cuerpo, Freud pasa de la “guerra de las representaciones” a plantear la represión en términos de “guerra de las pulsiones”, para dar lugar al binomio de:

-         Pulsiones del yo, que son las pulsiones animales, esas que sirven para la supervivencia del cuerpo individual, para la autoconservación, esas que dependen del saber del cuerpo, y el organismo está hecho para obedecer a ese saber;
-         Y, las pulsiones sexuales, esas que escapan a esa ordenación, a ese dominio, a ese imperio del yo.

        Aunque hay que decir que a continuación Freud introduce en la misma rúbrica:
-         Las pulsiones que tienen por finalidad la autoconservación del cuerpo individual;
-         Y, las pulsiones que apuntan a su reproducción.

        En ese sentido, Miller apunta la idea de que aquí no habría una antinomia sino más bien una extensión entre la autoconservación del individuo y la especie.
        Freud nos presenta de entrada un cuerpo que es un campo de batalla pulsional entre:
        - El yo,
        - Y, las pulsiones sexuales parciales (p.·666).
       
        En base a eso, Miller dice que el cuerpo histérico “es disputado entre:
-         La autoconservación,
-         Y el goce pulsional fragmentado. (p. 367)
           

1)  La emancipación de los órganos.

        En este apartado se plantea la cuestión siguiente:
 ¿cómo el mismo organismo soporta dos cuerpos? Es decir, ¿cómo dos cuerpos superpuestos, actúan sobre los mismos órganos?

-         El cuerpo de saber (epistémico), cuya regulación debería ser placer. Es el cuerpo del yo.
-         Y, el cuerpo libidinal, desregulado, donde se introduce la represión –de la verdad- y sus consecuencias. Es el cuerpo del goce, que no acata al yo, que es sustraído a la dominación del alma como forma vital del cuerpo. (p.368)

      
  Freud dice que: “No es fácil para nadie servir dos amos a la vez”. (368). Y, para darle toda la fuerza que merece esta aseveración, Miller, nos cita lo que Freud dice en la página 213 de ese escrito de “La perturbación psicógena de la visión….”: “En general, dice Freud, son los mismos órganos y sistemas de órgano los que están al servicio tanto de las pulsiones sexuales como de las yoicas”.

        Veamos qué pasa con esta “doble servidumbre”.

        Si el alma, dice Miller, es “la suma supuesta del organismo”, vemos con el ejemplo de la ceguera parcial que “el yo paga la represión que realiza con la emancipación del órgano fuera de su tutela... Veo, no veo (…). Esto significa que este órgano deja de obedecer al saber del cuerpo (…) para volverse el soporte de un gozarse, con un acento de autoerotismo bajo la fórmula “se goza”.
        Freud infiere que si el organismo deja de funcionar es porque fue habitado por un gozarse, y todo transcurre como si fuera culpable de este gozarse, como si este gozarse fuera una infracción a su funcionamiento normado (fijado a las normas). (p.367).

        Si el ojo sirve para ver y orientarse en el mundo, Freud señala que también está “el placer de ver”, que en absoluto está regulado, y por eso, dirá Miller, cuando el placer deja de obedecer al cuerpo, “el placer se vuelve goce”, y eso hizo que Freud llamara placer sexual a este placer que se convierte en goce, lo que entonces le permite decir que “la verdad y el goce” tienen algo en común. En ese sentido, Lacan dirá que “la verdad es hermana del goce”.

        Es en estas coordenadas que Miller define el síntoma como “acontecimiento del cuerpo”. (p.369)

       
                                               Francisco Hernández Díaz, ELP.
                                               Valencia, 21noviembre 2016.

Nota:
Estas notas las elaboré y expuse en el Espacio: “Psicoanálisis, hoy”, y sólo ahí y para los que asistieron ese día pueden ser de alguna utilidad, junto con los comentarios que se aportaron.